Glocal
La lucha entre EE.UU. y China por conquistar Latinoamérica con sus vacunas
-
Cuéntale a tus contactos
-
Recomiéndalo en tu red profesional
-
Cuéntale a todos
-
Cuéntale a tus amigos
-
envíalo por email
Dos millones para Perú, otros dos para Brasil, dos más para Colombia y 1,5 millones para Honduras. Estos son los cargamentos de vacunas donadas por Estados Unidos y que comenzaron a arribar esta semana. La rapidez de los envíos, desde el anuncio realizado por la Casa Blanca el 4 de junio, marca un giro tras más de un año de ausencia de Washington en el combate a la pandemia en la región.
Por el contrario, desde mediados de 2020 China desplegó una hábil estrategia para proveer de equipos y vacunas a los países emergentes. Sinovac, Sinopharm y CanSino establecieron rápidamente alianzas con universidades y expertos en otros países, incluyendo Chile, Brasil y Perú, para realizar pruebas, comprometiendo la entrega de dosis apenas fueran aprobadas.
“La decisión de China de proveer de vacunas no nace de su buen corazón, obedece a razones estratégicas. Es un arma para presionar por el reconocimiento de Taiwán (como parte de China), es una vía para asegurar negocios para sus empresas, y una oportunidad única para conseguir eventual apoyo a sus intereses en foros internacionales”, afirma Jason Marczak, director del Centro Latinoamericano del think tank Atlantic Council.
La influencia de China en la región se ha expandido con rapidez en los últimos 15 años, a través de más de US$ 137 mil millones en préstamos y un monto similar en inversiones de sus empresas, según cálculos de Diálogo Interamericano. A eso se suma el comercio, que se ha multiplicado hasta bordear los US$ 400 mil millones, convirtiendo a China en el principal socio de varios países, incluyendo Chile.
Evan Ellis, investigador en el Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de EEUU, cuestiona el “elemento predatorio” que marca el estilo de negociación de China, especialmente con los países más pequeños a los que demanda estrictas condiciones.
Fueron señales como estas las que alertaron a la Casa Blanca. En noviembre del año pasado, República Dominicana acordó con Washington vetar a Huawei de su red 5G. El 18 de febrero, el gobierno dominicano anunciaba la decisión de permitir que Huawei participara. Cinco días después, el país recibía un primer cargamento de vacunas Sinovac. De los 5,6 millones de vacunas que había adquirido Rep. Dominicana hasta inicios de junio, solo 300.000 correspondían al programa Covax de la OMS.
En mayo, un desesperado presidente hondureño amenazaba con poner fin a la larga tradición diplomática de su país y abrir una oficina comercial en China. Honduras es uno de los pocos países que reconoce a Taiwán como país independiente, pero el presidente Juan Orlando Hernández lamentó que ni su socio asiático ni EEUU lo estaban ayudando a conseguir vacunas para los hondureños.
La respuesta de Biden llegó unas semanas después. A principios de junio, EEUU anunció una donación de 80 millones de vacunas. Una semana después dio un paso aún más agresivo, y anunció la compra de 500 millones de dosis a Pfizer para convertirse en el “arsenal de vacunas para el mundo”.
Tanto Ellis como Marczak ven un cambio aún más significativo en el anuncio del 21 de junio, en el que se detalló que el 75% de esos 80 millones de dosis se distribuirán a través de Covax, y el resto serían entregas directas. En ambos grupos destacaban como prioritarios países latinoamericanos.
“Biden es un demócrata tradicional, que cree en el poder de las instituciones internacionales y el liderazgo moral de EEUU (…) Pero, ahora se ve una acción más política. Hubo un compromiso, en una audiencia en la Cámara de Representantes, de que incluso las vacunas entregadas a través de Covax tengan claramente marcada la imagen de EEUU”, explica Ellis.
Washington tiene que responder a una agresiva campaña de marketing de China. Según datos de la consultora Bridge Beijing, China solo ha donado 25 millones de vacunas al 28 de junio, pero ha vendido 845 millones de dosis (financiando con préstamos la adquisición en algunos casos), y de éstas ha entregado un 40%. A pesar de eso, aparece como benefactor y aliado clave.
“Latinoamérica necesita vacunas, y a los países no les interesa si son donaciones, préstamos o ventas”, sentencia Marczak. En ese sentido, el conflicto entre EEUU y China está siendo favorable para la región, al acelerar el acceso a las vacunas, ya sean donaciones o no.
Pero en el largo plazo, los analistas coinciden en que el conflicto entre las dos superpotencias es perjudicial para los países latinoamericanos, que podrían verse obligados a escoger entre ambos.
Ellis cree que EEUU tiene una oportunidad de ganar terreno perdido gracias -además- a la mayor eficacia de la vacuna de Pfizer. “EEUU tiene que aprender a ser un mejor socio”, agrega.
Hacerlo es un tema de seguridad sanitaria y geopolítica. Hasta que Latinoamérica no tenga la pandemia bajo control, EEUU no podrá declarar la victoria sobre el Covid-19. Además, la pandemia ha agravado la desigualdad en la región, el descontento ciudadano, debilitado las arcas fiscales y aumentado el desempleo. Todos factores propicios para el surgimiento del populismo, que en Latinoamérica tradicionalmente tiene como enemigo principal a Washington.